15 Ene PRINCIPALES ROLES DOCENTE EN LA ENSEÑANZA DE LA TUBA – IGNACIO FERNÁNDEZ
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A su vez, Ross Hookey (2002) y Rideout y Feldman (2002) se plantean cuestiones en la línea de vislumbrar cómo contribuir a la mejora de la enseñanza de la música en las próximas décadas.
Tomando como referencia las recomendaciones de los estudios anteriormente citados -y otros a los que iremos acudiendo a lo largo del texto-, y con el propósito de ofrecer algunas reflexiones sobre el aprendizaje de la música y, en particular, la enseñanza de la tuba, en el presente artículo vamos delimitar y concretar los principales roles que desempeñan los docentes durante su labor pedagógica.
Cuando hablamos de roles estamos aludiendo al conjunto de comportamientos característicos, referidos al contexto de trabajo, que pueden observarse directamente y pueden explicarse en relación con sus causas y consecuencias (Biddle, 1997; Estebaranz, 2001). A su vez debemos tener en cuenta que el rol se define por las funciones y tareas que desempeña el profesional (Firestone, 1996).
Los roles son variados y los profesores desarrollan diversos roles en el desempeño de sus funciones como enseñantes. Es más, el profesor debe variar sus roles en función de las necesidades del aprendizaje (Estebaranz, 2001).
Así, cuando hablamos de roles debemos tener en cuenta:
El profesor como modelo
El profesor como modelo representa uno de los roles más habituales en la enseñanza de un instrumento musical. Lo situaremos dentro de lo que Bandura (1986) denomina aprendizaje por observación. Cuando el alumno observa al profesor no percibe solamente el acto propiamente dicho sino que también percibe el resultado: percibe como lo hace y el resultado final. Si el alumno adquiere una idea clara, por un lado, tratará de imitar los movimientos o destrezas desarrolladas y, por el otro, el resultado (Aebli, 2000).
Para que este proceso sea posible y, sobre todo, reporte los beneficios esperados, el profesor debe tener conocimientos sobre lo que enseña y ser capaz de hacer lo que pide a los alumnos. Mingorance (2003) establece dos fases en el aprendizaje por observación:
Cuando el modelo, a seguir por el alumno, da signos de gran capacidad y de éxito en la actividad mostrada, este modelo es imitado con más facilidad. Influyen a su vez rasgos personales que hacen que una persona sea más interesante y atractiva, afectando de manera directa tanto al nivel de atención como de motivación. Estos aspectos son muy importantes por cuanto hay que tener en cuenta que la atención es condición primera del aprendizaje por observación (Aebli, 2000).
La observación de un modelo puede estar dirigida por indicaciones verbales y no verbales que orientan la atención del alumno a aspectos importantes, el proceso verbal sirve también para la organización ideactiva del proceso y para la retención (Aebli, 2000). Será en este marco donde situaremos el profesor como guía. Cuando hablamos del profesor como guía nos estamos situando en un modelo de aprendizaje constructivista.
Fraser (1997) destaca que es preciso establecer un marco de relaciones sociales entre el profesor y los alumnos de respeto, reconocimiento y participación.
Cabe destacar la importancia del ambiente de aprendizaje, se debe establecer un conjunto de variables físicas, psicológicas, sociales, intelectuales y culturales que ayuden a los alumnos a aprender. No nos debemos olvidar de la importancia de lograr un clima de aula adecuado, que propicie y estimule el aprendizaje (Estebaranz, 2001).
En la enseñanza de la música el profesor no sólo transmite enseñanza, sino que guía al alumno sobre cómo aplicarlo, creando oportunidades para que los alumnos interaccionen con ideas significativas. El profesor guía al alumno mientras que éste está tocando, bien tocando con él, cantando, silbando, soplando, por medio de gestos…
El profesor debe promover el aprendizaje autorregulado. Para ello debe incentivar el uso por parte del alumno de estrategias cognitivas, estrategias metacognitivas y estrategias de automotivación. Gracias a ello el alumno podrá aprender a estudiar y hacerlo a gusto.
Podemos apreciar en la enseñanza de la música el modelo del profesor como transmisor. Para la adquisición de algunas destrezas es necesaria la enseñanza verbal. El narrador configura lo que dice a partir de sus vivencias significativas, que se transforman en lenguaje por el que habla. La cadencia, el ritmo y los movimientos expresivos no verbales apoyan la comunicación con el alumno (Aebli, 2000).
Comprender lo que el profesor trata de transmitir es, por una parte, unir de manera correcta las conexiones internas de lo que el docente intenta explicar, tal como el profesor trata de exponerlas para poder formar un conjunto coherente y, por otra parte, ordenar el conjunto significativo, como totalidad, en la red del propio saber (Aebli, 2000).
El profesor como transmisor nos sitúa en un modelo de aprendizaje conductista, en el que el docente actúa como fuente principal de conocimiento y proporciona la información que demandan los estudiantes o que considera necesario ofrecer, es un enfoque de enseñanza directa.
El profesor dirige, supervisa y controla el proceso de aprendizaje, es el responsable directo de la actividad de los estudiantes y propicia la instrucción directa y la práctica controlada. La actividad primordial del docente es el control del proceso de aprendizaje de los alumnos. El profesor regula las actividades de aprendizaje, clarifica la relación entre objetivos y actividades y promueve la aplicación del aprendizaje personal y la reflexión sobre cómo pueden aplicar lo aprendido en un futuro.
Las características de una adecuada transmisión de conocimientos son (Mingorance, 2003):
Dada la complejidad para transmitir las diferentes destrezas a desarrollar en el aprendizaje de la música, esto conlleva que el rol de profesor como transmisor sea más usual en los alumnos de cursos más avanzados. Por este motivo el profesor ha de tener en cuenta el nivel de desarrollo del alumno.
Ignacio Fernández Rodríguez
Nace en Vigo. En el 2005 acaba los estudios superiores de música en el Conservatorio Superior de Música de Vigo. Tiene el título de Magisterio Musical por la Universidad de Vigo y el master en Innovación, Orientación y Evaluación Educativa por la Universidade da Coruña.
En enero del año 2007 graba su primer disco, Café 1930, junto con el pianista Alejo Amoedo. Además de tocar de manera habitual con Alejo Amoedo forma parte de diferentes formaciones como Tubata, EnTUBA2 o Drumpho y colabora con numerosas bandas, orquestas, grupos de cámara y diferentes agrupaciones españolas.
En el año 2006 gana el segundo Premio a la Excelencia Musical organizado por la XUNTA de Galicia y la Fundación Paideia.
Desde el 2004 hasta el 2007 ocupa la plaza de bombardino solista de la Banda Municipal de Santander. Durante el curso 2007/08 ocupa la plaza de profesor de Tuba en el Conservatorio Profesional de Vigo y trabaja como profesor de tuba y bombardino en la Escuela Profesional de Música de Viana do Castelo (Portugal).
A partir del curso 2008/09 es profesor de tuba del Conservatorio Superior de Música da Coruña.
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