08 Abr LA BANDA SONORA DE LAS FALLAS
La Banda Sonora de las Fallas
Autor: Eduardo Nogueroles, Profesor de Tuba y Bombardino del Conservatorio Profesional de Música de Valencia.
Comienzo el día con el sobresalto de escuchar los “masclets” que tiran los falleros en la “despertà”, acompañados por un grupo de músicos algo maltrechos, en los que hacen mella ya las muchas horas de pasacalles, la recogida de premios y la larga jornada de ayer, en la que se celebró la ofrenda de flores a la Virgen de los Desamparados, patrona de Valencia. Dicho acto, la ofrenda, es el acto mas emotivo de las fallas para los falleros, pero consume las energías de los músicos, que amenizan el recorrido que hace cada falla desde su barrio de origen hasta el centro de la ciudad.
Hoy, 19 de Marzo, al terminar el día, se quemarán las fallas en honor a San José, patrón de los carpinteros, y terminarán cuatro días en los que la ciudad de Valencia y las poblaciones cercanas se visten de fiesta y llenan sus calles de monumentos creados a base de madera y cartón en los que los artistas falleros realizan verdaderas obras de arte. Durante estos cuatro días, no cesan los estruendos que provocan los petardos por todos los rincones de la ciudad. Valencia huele a pólvora y buñuelos, pero al mismo tiempo hay una banda sonora que no cesa desde que amanece hasta que termina la jornada: la de los músicos que recorren sus calles acompañando a los falleros en su fiesta. Bandas de música y charangas hacen que por toda la ciudad y en todo momento suenen “Paquito el Chocolatero”, “Perez Barceló”, “Valencia” y las canciones mas populares del momento.
Al llegar la medianoche, me acerco a ver la “cremá” de una de las fallas de la primera sección, y me alegra ver a los pies de la falla a una banda que interpreta “Amparito Roca”. Los músicos tocan con todas sus ganas en la última noche de la fiesta. Por unos instantes, me quedo observando al veterano tuba, ya extasiado, con muy pocas fuerzas, tocando y dando lo último que le queda dentro, antes de caer rendido en la cama, donde le espera el merecido descanso después de cuatro días de “patear” la ciudad y trasnochar con los compañeros al terminar el trabajo. Pero su compromiso es superior a su cansancio, los tubistas estamos hechos de otra pasta, solo nosotros sabemos lo que es llevar un instrumento a cuestas que pesa 7 Kg y sobrepasa con creces el tamaño del de cualquier otro colega de la banda. Por eso, a pesar de estar sudado, cansado, sin aire ya en sus pulmones, con contracturas múltiples en su espalda y con unas enormes ganas de quitarse el arnés que sujeta la tuba a su cuerpo, el tubista sigue tocando con ímpetu cada nota de su papel, pues sabe que el bajo aquí, en la calle, no para nunca, inhalando una bocanada de aire por cada nota que toca, como si esta fuera la última que podrá ofrecer al mundo en su vida.
No muy lejos de él, la mirada cómplice de un compañero le reconforta levemente. Mientras suena el solo de flautín, un joven sujeta en su mano izquierda un bombardino de pistones, esperando a que llegue su entrada en la repetición del “trio” del pasodoble mas interpretado en las fallas. Ha llevado el bombardino a cuestas todas las fiestas, transportándolo “a pulso” por las calles de la ciudad y tiene los brazos machacados. Pero no es eso lo que le preocupa, sus labios no han podido resistir los abusos del contacto con su boquilla de metal y va a necesitar varios días para poder recuperar ese sonido amable y dulce que le caracteriza y que tanto aprecia el director de su banda. A ver que le cuenta pasado mañana al profesor del conservatorio, cuando este le pregunte qué es lo que ha estudiado para la clase semanal.
10.000 músicos han participado este año en las fallas de Valencia, muchos de ellos venidos desde otras localidades cercanas y no tan cercanas. Han dado lo mejor de su música en sus correspondientes fallas, han compartido su tiempo con los falleros en los “casales”, han deleitado turistas y visitantes con su música, y han llenado el espacio sonoro de Valencia de alegría y color durante cuatro maravillosos e inolvidables días. No sé cuantos de ellos eran tubistas o bombardinistas, solo sé que los nuestros, al igual que ocurre en la Semana Santa, en las Fiestas Patronales de los pueblos y ciudades, y en tantos otros actos de calle que se realizan en nuestro país, se dejan la piel por llevar la música a la gente, contribuyendo a fiestas y celebraciones con su esfuerzo, su música y su buen hacer.
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